Recuerdo hace aproximadamente unos trece años me encontraba escribiendo un discurso para una clase de la secundaria. Mi escrito hablaba sobre varios temas entre ellos de la importancia de la educación y del rol que jugaban las instituciones, las familias y los alumnos, por así decirlo, en ella.
Una vez terminado mi borrador fui con mi padre para orgullosamente mostrárselo y saber que le parecía. Mi papá lo leyó con calma, conforme iba avanzando me señalaba errores ortográficos y de puntuación, hacía muecas pero también asentaba con la cabeza. Al finalizar de leerlo me felicitó, posteriormente me hizo ciertos comentarios y algunas sugerencias. Tomé mi ensayo y cuando me disponía a salir de su habitación me dijo:
“Oye Carlos Abraham, una última cosa, sólo recuerda y nunca olvides que la ignorancia es el mayor tesoro del hombre”
¿De que brownies habrá agarrado mi padre? ¿Cómo el ser ignorante es un tesoro? Seguro son de esas cosas que nomás entienden los adultos, como las mangas del chaleco de López Dóriga – pensé.
Una vez entregado mi discurso a la maestra y revisándolo con ella me quise hacer el interesante, recordé la frase que me había dicho mi papá y se la replique tal cual la había escuchado, obviamente diciéndosela como si fuera de mi autoría. La maestra se me quedó viendo con cara de ¿What? y me preguntó a qué me refería con eso. Al no tener idea de que responder a esa pregunta mi teatro de secundariano intelectual se vino abajo, a cual niño de 6to de primaria que se carcajea viendo Friends pero que en verdad ni sabe de que se ríe.
No nada maestra, olvídelo.- dije
Hoy, algunos años más tarde y reflexionando sobre aquella frase creo poder entender lo que mi papá me quiso decir que ni la maestra ni yo entendimos tiempo atrás: JAMÁS DEJES DE APRENDER.
Se escucha trillado pero realmente más que nunca la información está al alcance de casi cualquiera y el campo del conocimiento, del saber más, es infinito.
No importa tu edad, tu bagaje o cuanta experiencia hayas o creas haber adquirido.
No importa cuántos problemas y estreses tengas o cuantas horas “libres” te queden en el día.
Platica con los que más años tienen en esto, lee un libro, toma un curso, ESCUCHA, haz una maestría, pregunta, certifícate, re-certifícate, cuestiona, ve un documental.
No seas siempre el más inteligente e interesante de la mesa.
Y lo más importante: comparte lo aprendido. De nada sirve si aprendes y te guardas el tesoro para ti solo, es como tener el Mario Kart y no invitar a tus amigos a jugar.
Recuerda que lo aprendido si se cuenta y se cuenta mucho.
Comparte con responsabilidad, con fundamentos; con tus inferiores, tus iguales y tus superiores; sin fin de lucro pero con fin de seguir aprendiendo.
CA3